Desde Medio Oriente. El último día en Damasco.
Último día en Siria.
Voy a hablar de mis compañeros de ruta, por las particularidades que
fue adquiriendo tal encuentro. Formamos un equipo de cinco personas. El
venezolano Julián Rivas, el chileno Francisco Coloane, el argentino
Santiago Foulcade y yo, el paraguayo. Aquí, en Damasco, se nos sumó el
cubano Luis Brizuela. Pero siempre vamos acompañados por el
sirio-venezolano Naim Chabouk, quien vino con nosotros desde Caracas.
Sobre él haré referencia en otra ocasión.
En Beirut esperamos cinco días para determinar la fecha que
cruzaríamos a Siria, según el curso de los acontecimientos, porque los
enfrentamientos entre el ejército árabe sirio y los insurgentes se
intensificaban, y la sensación de peligro extremo comenzaba a
inquietarnos. A tal punto, que surgió la determinación de que un cubano
que venía con nosotros, el más joven de todos, regresara a Venezuela,
donde reside. Este se fue y entonces, de los seis que partimos, quedamos
cinco. Y se decidió que el argentino (ya experto en estos trances) y el
chileno (que ya estuvo varias veces en Siria) se adelantaran dos días,
para estudiar el terreno y darnos el Ok. Cuando nos reencontramos en
Damasco, nos presentaron a otro cubano: Luis Brizuela (de quien ya hablé
en crónica anterior) y comenzamos a conocernos con el curso de los
días.
Julián Rivas, el venezolano, de descendencia afrolatina. Es una mole
enorme de estatura y devorador no sólo de libros sino también de platos
culinarios, que son siempre abundantes en Siria. Y él no se amilana ante
ellos. Le fascina hablar sin parar sobre el porqué de los cambios
políticos en el mundo a lo largo de la historia. Y pobre de quien esté a
su lado cuando habla de Venezuela, porque puede amanecer con el tema y
seguir ad infinitum. La ama con tal intensidad, que estoy seguro de que
si Venezuela fuese una mujer, él abandonaría de inmediato a su esposa
por ella. Pero sabe tanto –tanto- de historia y de tramas sociales, que
no queda más remedio que poner oídos a lo que él dice. Y aprender.
Sin embargo, Luis Brizuela, el cubano, calla y escucha, aunque es
master en Política Internacional. O acaso por eso mismo sopesa con
minucia cada hecho, para después emitir su opinión. Y yo creo que su
silencio no es humildad, como sostienen algunos, sino sabiduría.
El argentino Santiago Foulcade, también raras veces opina. Él es todo
lo contrario de la imagen del “chanta” que en nuestros países de
América del Sur tenemos de los porteños. Acaso su experiencia en estos
menesteres le ha dado otros modos de ver las cosas. Es camarógrafo y
escribe. Envía sus trabajos para un diario de México, donde reside desde
hace años, y para el diario La Nación, de Argentina. Estuvo en Iraq, en
Gaza, en Jordania y también en Bengasi, durante los tramos finales de
la vida de Kadafy. “Libia perdió y Kadafy murió con los suyos porque
allí se metieron los europeos”, me dice. Le pregunto por qué los
europeos. Y me responde que él que se encontraba filmando muy cerca
cuando los tanques del ejército libio acorralaron la ciudad y estuvieron
a punto de retomarla: “En ese momento hubiera vencido definitivamente
Kadafy. Pero de inmediato aparecieron los aviones de la OTAN y en cinco
minutos destrozaron todo”.
El chileno Francisco Coloane, erudito analista política
internacional, vive alerta con todos los poros de su ser. Y es un
sabueso para husmear cuando algo o alguien pasa. De inmediato hace uso
de su buen conocimiento de la lengua inglesa -que aprendió viviendo años
en los EEUU- y va sonsacando datos a quien cruce en su camino. Pero lo
hace con suma cautela, porque es consciente -acaso hasta la obsesión-
del peligro que corremos en Siria. Ya hablé de ello en crónicas
anteriores. Francisco aparece cada mañana con un papel donde trazó toda
la noche mapas estratégicos de movilización militar. Él investiga a
profunidadad no solo lo que ocurre hoyen Siria, sino los pasos que
debemos y no debemos dar por nuestra propia seguridad. Este estado
psicológico nos costó diatribas entre compañeros.
Es que estar aquí, oyendo el estruendo continuo de la artillería que,
según nos informan, apunta a blancos que están a sólo 15 kilómetros de
Damasco, nos pone con la susceptibilidad a flor de piel. Pero el alivio
es, como también ya dije, que los atacantes retroceden cada vez más. Y,
según fuentes no oficiales, las bajas entre ellos se acercan a mil
muertos por día.
En fin, era todo lo que hoy quise contar. Porque realizaremos un
último recorrido en Damasco, con la esperanza de llegar sanos y salvos a
Beirut, y desde allí transcribir algunas de las no pocas entrevistas
realizadas.
(Damasco, 11 de mayo de 2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario